Por: Héctor Alarcón Carrasco
Realizó un nuevo viaje el 11 de septiembre pasado.
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Héctor Alarcón y Omar Acuña
con la bandera de la locomotora 820 |
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Engalanada con globos, lista para
iniciar el viaje |
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Maquinista Sebastián Soto |
Los trenes a vapor emprendieron su retirada a mediados de
los años 80. Hoy a no es posible ver en
nuestro país el paso cadencioso de las locomotoras entrando a las
estaciones, haciendo sonar su pito y el voltear de la campana, que con su tañido hacía marcar su presencia
en medio del humo y el vapor, que resoplaba con fuerza cuando el movimiento de
émbolos cambiaba de velocidad.
Hoy en día, la mayor parte de este material que ha sido
salvado de convertirse en chatarra, se encuentra en los museos ferroviarios,
siendo muy pocas las locomotoras que se encuentran en condiciones de prestar
servicios efectivos para la tracción de un tren.
Una de estas locomotoras pertenece al Museo Ferroviario
“Pablo Neruda”, de Temuco y de tarde en tarde sale a bufar por los campos,
produciendo una ola de nostalgia entre la población de ciudades y pueblos que
va recorriendo a su paso.
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Entrega del libro "Rieles Fronterizos"
al maquinista Sebastián Soto |
Hace sólo algunos
días la vieja locomotora 820, al mando del maquinista Sebastián Soto, hizo un
viaje Temuco Victoria y viceversa, llevando a unos trescientos pasajeros, que
días antes de la salida habían agotado los pasajes.
El viaje se inició en el mismo Museo, con fotos de los
pasajeros junto a la locomotora y cuya partida fue amenizada con unos
zapateados pie de cueca, a los que se puso término con el pitazo de partida del
tren que inició su salida con destino a la Estación Temuco en medio de la
expectación de pasajeros y cientos de curiosos que veían salir una vez más la
vieja locomotora desde la antigua Casa de Máquinas a cumplir un nuevo
recorrido, esta vez con turistas de la zona, amantes de la actividad
ferroviaria.
Lentamente el tren se puso en marcha, pasando sin detenerse
por las estaciones de Cajón y Pillanlelbún. Luego de una breve detención en
Lautaro el tren sigue su marcha. A poco andar el “conductor” se percata que hay
dos pasajeros que han subido al tren sin pagar su pasaje y comienza una
divertida persecución por los distintos coches que conforman el tren. Pero no
hay tal conductor y tampoco viajeros sin pasaje, se trata de actores
profesionales que divierten a los pasajeros con libreto preconcebido. También
hay un grupo folclórico que interpreta alegres tonadas de nuestra tierra y que
nos recuerda los viejos tiempos del tren de pasajeros.
Quillem, Perquenco, Púa son otras estaciones de la vía, por
en las cuales el tren no se detiene y por las cuales pasa lentamente, como
esperando una señal para detener su marcha.
Finalmente el tren arriba a Victoria, estación de destino,
donde el Alcalde Hugo Monsalves, personalmente
recibe a los pasajeros junto a personajes en traje de época. A la
entrada de la estación se efectúa una presentación de diversos grupos con los
que la ciudad adhiere a este recorrido turístico del Tren de la Araucanía,
auspiciado por el Museo Ferroviario.
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Vista exterior del convoy en viaje |
Durante el lapso que dura la estadía, los turistas tienen
tiempo para recorrer el centro de la ciudad y a una hora convenida están todos
en sus asientos para comenzar el regreso a la capital regional.
Casi a las cuatro de la tarde, a la usanza del viejo ramal
Púa Lonquimay, el maquinista hace resonar el pito del tren y lentamente el convoy inicia su
movimiento de retorno. En los coches,
adultos y niños se asoman a las ventanas para despedirse de los victorienses
que han acudido a despedir el tren. En unos minutos la estación se pierde de
vista y los pasajeros se disponen a gozar del tiempo que resta de viaje.
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Turista posando junto al logo
del Museo Ferroviario |
Más tarde, en el mismo Museo el tren termina su recorrido,
los cientos de pasajeros que gozaron de un entretenido día de viaje ferroviario
abandonan los vagones y la 820 retorna a su lugar en la casa de máquinas, a la
espera de un próximo viaje, del que se dice tendrá como destino el pueblo
ferroviario de San Rosendo.